Oriana Marín
Portfolio
Anomalario

En la infancia de la humanidad, donde hasta ahora se comenzaba a indagar y examinar, se daba por cierto la existencia de un mundo fantástico. A éste pertenecían todo tipo de criaturas, soñadas, inventadas, exageradas, e incluso reales pero incomprendidas. En esta última categoría caben algunos seres humanos.

Más adelante en la historia, cuando ya no se les consideraba habitantes de pesadillas y fantasías, a estos individuos de la raza humana se les llamaba fenómenos, raros, aún monstruosidades, errores de la naturaleza, se les discriminaba con crueldad, por una arraigada tendencia a aborrecer lo que no pertenece a lo común. Se comenzaron a popularizar los freakshows, espectáculos, en general carnavalescos, donde se exhibían como objetos exóticos a estos seres distintos. Para algunos de ellos esta era la única oportunidad de conseguir un sustento, otros no conocían otra vida, ya que, siendo aún bebés, habían sido abandonados o vendidos a los circos ambulantes que visitaban las ciudades. Aunque los hacían sentir como aberraciones que no tenían lugar en el mundo, muchos de ellos encontraron en estos espectáculos un placer, placer de ser lo que son, de mostrar y no ocultar.

Éste proyecto nace por un persistente interés en estos seres. “Anomalario número uno” es una primera aproximación a este mundo. De mi investigación hice una selección de personajes que despertaron mi admiración. En especial uno, Stephan Bibrowski, el hombre león. Era un hombre de Polonia al que llamaban Lionel, the lion boy. Llevó una vida plena y excepcional, desde su nacimiento hasta su muerte. Demostró con ella que no necesitó ser “normal”.

Constantemente indagándome el porqué de ésta perseverante fascinación, me encontré luego con una sensación familiar. Aquella de la alienación. Alienación en aspectos muy específicos a lo largo de mi vida. Develándome la fuente de todo aquello: mi infancia y la influencia de mis padres en ella. Este descubrimiento me llevó a otros. Durante esta etapa de mi vida, me acompañó esta sensación que hasta ahora identifico. Me sentía como estos seres anómalos, extraña y aislada. Aunque con un compañero que comienza siendo héroe, y luego, al descubrir en él la misma sensación de extrañeza, se forma con él una hermandad: mi padre. En la serie de diez dibujos que comprenden la obra “Anomalario”, a manera de retratos familiares, se ve, en orden cronológico, la evolución del personaje principal (hija) hacia un estado menos incómodo.

“Anomalario Número Dos” es la última parte de esta serie. En esta obra me remito a la infancia de nuevo. Esta vez desde los retratos de niños que tienen o han tenido esta vida anómala. Están comenzando hasta ahora en el mundo, son una historia sin contar. Tienen aún arraigada una forma empírica de conocer, una inocencia sobre todas las cosas. Los hechos que les ocurran y los caminos que tomen determinarán su futuro. Tienen pues aquella esperanza que les da la posibilidad de convertirse, por sus anomalías, en seres extraordinarios que llevan una vida con tranquilidad y no con frustración.
©2018 Oriana Marín
Anomalario No. Dos
Anomalario
Anomalario No. Uno